Escribe: María Luz Crevoisier, periodista
La tarde se iba hacia el Ausangate y en el cielo, los celajes pintaron de violeta y naranja aquel verano de 18…Era febrero y los senderos estaban destruidos por el desborde de los ríos. Viajeros de poncho y sombrero alón transitaban pueblos llevando en sus mulas las cargas que ofertarían en las ferias dominicales de Chincheros, Ollantaytambo, Písac. En aquella hora de chihuacos despidiéndose del día, sólo la lejana tristeza de una quena interrumpía el silencio de aquella casona, casi siempre en penumbra. (más…)